LOS MECANISMOS DE ALERTA TEMPRANA Y LA NAVAJA DE OCKHAM

La tan esperada “nueva” Ley Concursal ha pretendido ser un avance respecto a la concepción que se ha tenido desde la misma Ley de suspensión de pagos (26 de julio de 1922) en lo que respecta a la crisis e insolvencia empresarial. Dejo a criterio del lector, visto lo visto, lo de “ley deseada o no deseada” pues si bien introduce importantes reformas, está por ver su eficacia en el tejido empresarial español, tan distinto del prototipo europeo.

Los mecanismos de alerta temprana representan una de las novedades que introduce la Ley 16/2022, de 5 de septiembre. Con ellos se pretende el establecimiento de medidas que puedan predecir y alertar de los síntomas de deterioro y desequilibrio empresarial.

Los 3 mecanismos contemplados son:

  1. Servicio de asesoramiento a empresas en dificultades
  2. Autodiagnóstico de salud empresarial
  3. Advertencia del letrado de Justicia en caso de ejecución judicial

Las llamadas “Alertas Tempranas” bien seguro permitirán anticipar algunos de estos síntomas, pero nunca podrán mejorar a un buen sistema de control y seguimiento desde la dirección de la empresa, que por otra parte puede resultar sencillo y poco costoso de implantar.

La navaja de Ockham, principio de economía o de parsimonia, es un principio metodológico y filosófico según el cual “en igualdad de condiciones, la explicación mas simple suele ser la más probable”.

Si bien no se considera un principio irrefutable, pues en ciertas ocasiones la opción compleja puede ser la correcta, su sentido es que en igualdad de condiciones se prefiera la teoría más simple.

Llegados a este punto, ¿podemos hacer una extensión de este principio al mundo de la empresa? ¿podemos afirmar que en igualdad de condiciones la solución mas sencilla puede ser la mas acertada? Dejo a criterio del lector decidir si esto es así y, en consecuencia, si podría haberse previsto, desde la ley concursal, alguna metodología mas sencilla y efectiva para el diagnóstico empresarial en lugar de las opciones que se contemplan y que hemos citado, atreviéndome a apostar por imposiciones legales en el control de los resultados mensuales mediante indicadores (huyo de denominaciones anglófonas o francófonas al citarlos) que permitan obtener información rápidamente y que obliguen a la toma de decisiones en el corto plazo.

Mientras tanto, considero de interés compartir con el lector aquellos síntomas de desequilibrio que, de forma ya clásica, se vienen produciendo en la empresa y que suelen pasar desapercibidas o se les da poca importancia.

Entre los muchos síntomas a los que prestar atención podemos citar los siguientes:

  1. Reducción en el grado de disponibilidad: la fluidez financiera, tan necesaria para las atenciones de circulante, va disminuyendo de forma sucesiva y constante.
  2. Incremento de los costes para acceder al crédito a corto plazo, bien sea por toma de pasivo en forma de póliza o similar, como por anticipo de créditos comerciales.
  3. Reducción de la velocidad de rotación general del circulante.
  4. Caída en los porcentajes de rentabilidad respecto del capital y de las operaciones efectuadas.
  5. Incrementos en el nivel de stock, no compensadas por aumentos en las operaciones efectuadas (rotación más lenta).
  6. Incremento generalizado de los gastos relativos.
  7. Variación al alza de la exigibilidad respecto de la disponibilidad.
  8. Morosidad e insolvencia crecientes.
  9. Problemática con los recursos humanos: baja en el rendimiento laboral, incapacidad para retener talento y/o para atraerlo y fuga de ejecutivos clave en la organización.
  10. Ralentización del periodo de maduración de la actividad.
  11. Insuficiencia en los fondos de amortización para mantener niveles de Capex deseados.
  12. Variaciones en la relación existente entre inmovilizado y circulante, así como entre capitales propios y ajenos.
  13. Variaciones en el nivel de apalancamiento que supongan incrementos de costes de los recursos ajenos, no compensados por la rentabilidad obtenida.
  14. Obsolescencia y envilecimiento de los equipos industriales.
  15. Precio de venta no suficientemente remunerador.
  16. Reducción del coeficiente de fidelización de clientes.
  17. Pérdida de confianza del negocio frente a los stakeholders.

Estos podrían ser de los más significativos, no obstante, cada empresa debería disponer de su propio sistema de alertas que le permitan anticiparse a las tan cambiantes situaciones.